¿Sientes que las cosas con tu pareja ya no son iguales?
¿Tu matrimonio no es lo que esperabas y te sientes frustrada?
¿Estas cansada de hacer cosas por otros y que no reconozcan tu esfuerzo?
¿A veces piensas que algo debe estar mal contigo porque, desde tu última relación, no puedes volver a tener pareja?
¿Te sientes egoísta si disfrutas algo y no lo compartes con los demás?
Si respondiste que sí a alguna de estas preguntas, lo más probable es que estés viviendo un severo caso de infidelidad.
Y no hablamos de cualquier tipo infidelidad, hablamos el peor tipo que puede existir: la infidelidad a ti misma.
En nuestra sociedad le damos mucho peso a la infidelidad de los otros; nos sentimos "traicionados", "engañados", "lastimados" esto demuestra que le damos más peso a los demás (pareja, amistades, amigobios, etc.) que a nosotros mismos. Permitimos que "lo que otros hacen", determine cómo nos sentimos y eso hace que perdamos el autocontrol y más aún, nuestro poder personal. En muchos casos, la relación de pareja, particularmente el matrimonio se convierte en una lucha en la cual, si tengo suerte, saldré mejor o peor librado.
No quiero que pienses que estoy hablando mal del matrimonio. Yo estuve casado y no me arrepiento en absoluto, fue una hermosa enseñanza de vida que agradezco, en la que crecí bastante, sin embargo, hubo un asunto que, en su momento pasé por alto y que me llegó a causar conflicto: el olvidarme de mí mismo. Cuando me convertí en "esposo", dejé de ser un hombre, un ser humano y me esforcé demasiado por llenar las expectativas que la palabra esposo carga; expectativas de mi familia, de la sociedad, de mi pareja, de mi mismo. Y ahora me doy cuenta que en ese entonces, mi pareja hizo lo mismo. Antes de casarnos éramos un hombre creativo y maravilloso y una mujer creativa y maravillosa, después del matrimonio, en algún punto perdimos el centro y nos perdimos.
En mi experiencia en el trabajo terapéutico, en los talleres, conferencias y consultas, me he dado cuenta que esto es un tema común, tanto en hombres como en mujeres, sin embargo es más difícil para las mujeres poder separar sus necesidades personales de las necesidades de los otros.
Se nos ha dicho que atendernos a nosotros mismos antes que a otros es egoísmo y que no hay nada peor que un ser humano egoísta. El problema es que confundimos egoísmo con autocuidado; y es un problema porque andamos por el mundo cuidando a todos, llenando las expectativas y necesidades de todos y olvidándonos de nosotros mismos. No podemos dar aquello que no tenemos; es una frase que hemos escuchado muchas veces, pero el escucharla y entenderla no es lo mismo que ponerla en práctica. Primero tomo para mi y luego, decido qué comparto y qué me quedo, eso le da más valor a lo que entrego.
Lamento que no hayas encontrado más información sobre la infidelidad de pareja (si es por eso que te llamó la atención este artículo) pero espero que hayas entendido que lo más importante no es lo que hacen los otros o lo que piensas que "te hacen los otros". Lo más importante es lo que haces tú misma y lo que te haces a ti misma. Recuerda que si le eres infiel a otro, puedes perder una relación pero si te eres infiel a ti misma, puedes perderlo todo.
Si te fue útil la información, por favor compártela con las personas que te importan. Espero tus comentarios.
Gracias.
Marco Navarro
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